Un poco de Historia...

Algunos de sus Poemas


DESTINO

Un oscuro impulso incendió mis bosques
¿Quién me dejó sobre las cenizas?

Andaba el viento sin encuentros.
Emergían ecos mudos no sembrados.

Partieron el cielo pájaros sin nidos.
El último polvo nubló la frontera.

Inquieta y sumisa, me quedé sin voz.

Voz Aislada (1930 - 1939)





BALADA DE LO QUE OÍ

No supe quién me lo dijo.
El acento, divino.

No supe quién me lo dijo.
No corrí tras los detalles
cuando oí lo infinito.

No supe quién me lo dijo.
Lo oí.
¡Dichoso el oído mío!

En ese instante se hizo en mí lo armonioso.
lo que oí va eterno y limpio.

Y qué tremenda la gracia
de no saber quién me lo dijo.

Voz Aislada (1930 - 1939)





LLEGAS

Llegas. Tus ojos vienen firmes.
Gallardos, con las armas de los internos fuegos.
Yo quiero ser sencilla como el hilo sin perlas,
ágil como en la copa es la gota del borde.

Yo quiero ser sencilla, pero tú me complicas
alzándome a una estrella trémula e invisible.
Yo quiero ser sencilla. Y me colmo de quiebras,
y soy un laberinto y mi clave se pierde.

Quiero el ritmo sereno y mi inquietud florece.
Y la flor indecisa, con hojas asustadas,
desploma tu firmeza.

Y descanso en la fuga de tus ojos vencidos.
Y soy ligera y simple, como el hijo sin perlas;
ágil como la gota del borde.

El cristal nervioso (1922 - 1930)





SERÍA LA ADVENEDIZA

Señor, no me des ya la dicha.
No sabría manejarla
y con ella iría cohibida
como una nueva rica.

Déjame ir tranquila,
sin las cosas, fútiles para otros,
que fueran tempestades en mi vida.

No me des nada...
pero déjame intuirlo todo.
Deja sin aherrojar mi sentir,
deja que lo glose mi voz.

No me hagas nueva rica de la ventura.
Sería la advenediza sin elegancia.
Ya no sé aprender nada
y no quiero perder
mi gracia y mi aplomo de desheredada.

El cristal nervioso (1922 - 1930)



CABALLO DE FUEGO

Me acerqué a candelas de bosques intensos
y una chispa leve en mí escondió el viento.

La chispa me dio caballo de fuego.
Lo colmé espontánea de forraje nuevo.

Corría en mis venas, se paraba en seco.
El desgaritado le llamó mi acento.

Le busqué mimosa y abracé su cuello
si a ajustarle iba el bozal más recio.

Tornábalo adusto fogoso deseo.
Lo herraba mi mano con su calor tierno.

¡Caballo encendido, le grité en secreto,
no te puse sueltas y yo gusté el freno!

El caballo un día salió por mi aliento
y volvió cansado del hueco paseo.

El sol le tiñó el pajonal seco,
más el perseguía lo que hierve fresco:

borlas de verdor después de febrero
con sol y garúa y quemado suelo.

Escarabajo fijo aquel casco terco.
Suave se movía mi almácigo eterno.

Vibro hoy sin sentirme jazmín ni lucero,
en el alma enhiesta un sabor terreno.

Libre del nevazo que sigue al incendio.
Disfrutando aroma sin daño ni tedio.

A cálida hambre di forraje fresco.
Trepidante brío sembré de sosiego.

No muero en ceniza ni en dejado leño.
Y así me has tomado, amor de universo.

Mandato del canto (1944 - 1946)



SITUACIONES DE LA ESPIGA

1
Sol de comienzo canta en valle puro,
lucen azuleantes los verdores, 
hay rompientes aromas.
El anhelar nace ligero y listo:
ave soltada, con gozosa hambre.

La espiga se destaca, amaneciente.
Asirla es el impulso vigoroso.
Asirla, con la mano batiendo entre las brisas.
Asirla sin recelo.

Está la espiga en valle de rocío.

2
EL bosque sumergido en zumosa tiniebla
cuartéase de almizcles frenéticos y densos.

La espiga está maura en el bosque de astros enterrados.
Y el anhelo no acierta entre mazos de sombra.

3
Huir, sobrellevando el desgajado impulso,
huir de lo medroso con el valor intacto,
huir ante los ojos que lloran lo quebrado.

Desde los crines del caballo muerto,
huir hacia las formas aéreas de las aguas
y ser infancia asida a la falda más tierna.

En un bloque de nubes afincase la espiga.
Vibran gajos de ímpetu.

Poemas perseverantes (1947 - 1960)